Carretera, carretera y mas carretera. Eso ha sido el día de hoy. Tenía muchas ganas de ir a Mostar en Bosnia-Herzegovina para ver si realmente son tan distintos los bosnios y los croatas. Y vaya si las hay.
Supuestamente de Dubrovnik a Mostar solo hay dos horas en coche, pero como en la frontera habia cola tardamos casí 3 horas. Nada mas pisar terreno bosnio lo primero que ves, es una mezquita. Pasamos de gente muy blanca de piel, altos y católicos a personas morenas, mas bajitas y mulsumanes. Con la mentalidad y forma de ser de unos y otros.
La franja de terreno que hay desde el paso fronterizo hasta la ciudad, esta salpicada de edificios de nueva construcción. El GPS se volvio loco intentando que llegaramos al centro historico por calles que no existen. Si en Croacia veiamos algún edificio agujereado, en Mostar lo dificil es encontrar alguno que no tenga o que mantenga sus paredes.
Otra cosa común que encuentras facilmente son cementerios en medio de la ciudad.
El casco viejo, se mantiene gracias al aporte de a unión europea, que ha financiado la mayoria de las reconstrucciones, es famoso el puente viejo que entre los daños producidos por la guerra y una riada acabo cayendose.
Comimos cepavici, que son salchichas de ternera o cordero sin piel típicas de toda esta zona, nos pedimos dos pedazos de bocadillos que nos costo comernoslos. No nos entretuvimos mas que teniamos que ir a Trogir, un pequeño pueblo cerca de Split.
Tardamos my poco en encontrar donde dormir, en la agencia de viajes Atlas nos encontraron una habitación a unos 500 metros del puente que une la isla donde esta Trogir a la de al lado, lo malo es que estaba en un cuestón de mil demonios. Lo mejor el precio y las vistas que tuvimos por la mañana.
Paseamos por el casco antiguo, que en una hora y media sobra para verlo todo. En la plaza mayor, esta el edificio de ayuntamiento, un palacio y la catedral, donde estaban celebrando algo y un coro estaba cantando.
Las calles empedradas y las calles estrechas son como ya sabeis caracteristicas de este tipo de edificaciones, pero no se porque esta me resulta mas agradable. En una de las esquinas de la isla hay un fortín y poco mas.
Cenamos por 493 kunas (70 euros), una bandeja de entremeses (Queso de la isla de Pag y Jamón ahumado), una bandeja de mejillones, almejas, calamares a la plancha y dos pescados grandes, (uno rojo y otro plateado) al grill y dos cigalas y de postre una Rolata (natillas de huevo).
Subimos como pudimos la cuesta y nos tiramos a dormir que ya se esta acabando el viaje y todavía nos quedán bastantes kilometros que hacer.
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Mola la foto de Manmely en el portal de Belén. Como cambian los tiempos, en vez de la mula y el buey hay una “amoto”.