Las razones para que vinieramos a Gdansk eran visitar WesterPlatte y el Castillo de Malbork. Hoy os contaremos como fue nuestro día y en posteriores entradas detallaremos lo que puedes ver en cada uno de estos lugares y su historia.
Nos levantamos muy temprano porque las cortinas del apartamento eran prácticamente unos visillos y aquí amanece muy pronto en esta época del año (sobre las 04:00 am). No habíamos comprado nada para hacernos el desayuno así que ya teníamos el primer plan del día.
Acabamos en una pastelería que tenía también servicio de desayuno. Ismael no suele perder la ocasión de desayunar como lo hacen los locales y ha pedido un desayuno polaco que se compone de jamón, queso, tomate, pepino y lechuga, además de pan con mantequilla. En la carta no había tostadas con mantequilla pero me han permitido comprar un bollo en el mismo despacho de venta que tenían y usar la mantequilla extra que Ismael había pedido pero resulta que además le han puesto más pan, así que mi bollito ha acabado en la mochila esperando su momento.
WesterPlatte
Para quien no conozca algunos detalles interesantes de la Segunda Guerra Mundial, ésta comenzó cuando Alemania invadió Polonia y fue esta pequeña península el primer objetivo. Después de llenarnos de energía nos dirigimos al río para coger un galeón pirata que nos llevaría a la zona donde todo comenzó.
Fue gracioso porque nosotros sólo queríamos ida (nos queríamos volver en autobús para ir a Malbork) pero nadie encontraba los tickets para sólo ida. Es normal porque ida y vuelta vale 40 PLN (10 €) e ida cuesta 30 PLN por lo que no lo pide casi nadie. Después de un rato buscando por todas las mochilas y cajones dieron con nuestros boletos.
El paseo en barco ha sido muy agradable. El recorrido es interesante porque pasa por los astilleros y puedes verlos desde un punto de vista diferente.
Una vez allí nos alegramos de la decisión que tomamos de comprar sólo ida porque así podíamos tomarnos todo el tiempo que quisiéramos en ver el museo al aire libre que han creado entorno a la defensa de WesterPlatte.
Puedes recorrer todo el bastión donde encontramos diferentes puntos en lo que los polacos resistieron estoicamente el asedio de los alemanes durante una semana.
Hay incluso un pequeño cementerio con los caídos en los primeros días de ese batallón. Tuvieron que rendirse porque no podían atender a sus heridos pero fueron feroces defendiendo su posición.
También tienen un monumento para conmemorar la defensa de la costa.
Puedes leer nuestra guía sobre Westerplatte si necesitas más información.
Para volver hacia la estación y coger el tren hacia Malbork cogimos el autobús 606 pero también podíamos haber cogido el 66. Lo que pasa es que estaba allí parado y le preguntamos si iba a la estación al conductor y nos dijo que sí. Al principio creímos que no nos había entendido y la carretera cada vez se alejaba más del centro de la ciudad pero finalmente nos dejó en la misma puerta de la estación.
Castillo de Malbork
Después de comprar un par de bollos salados (son muy baratos y en las estaciones hay siempre tiendas donde comprarlos) y unas bebidas, adquirimos nuestros tickets de ida y vuelta para ir a visitar el famoso castillo de ladrillos de Malbork.
El trayecto en tren dura alrededor de una hora. Llegamos sobre las 15:30 más unos 15 minutos andando desde Malbork al castillo. Hay una parada anterior en la que también te puedes bajar pero después tendrás que andar hasta la oficina de tickets así que es lo mismo y no vas por medio del campo.
Desde fuera es impresionante, es el castillo de ladrillos más grande del mundo y su fachada roja llama la atención. Con la entrada se incluye una audioguía que hace aún más interesante la visita. Recorrimos todas las partes del castillo siguiendo las explicaciones del locutor y de los diferentes personajes que van narrando la historia y construcción del mismo. Si sigues la ruta que va marcando la audioguía la visita dura alrededor de 4 horas.
No habíamos parado a comer, excepto los bollos del tren, y teníamos un poco de hambre así que paramos a tomarnos un café. Se me ocurrió mirar el ticket del tren de vuelta a Gdansk pensando que teníamos que estar en la estación a las 19:40 pero mi sorpresa fue al ver que no era así, sino que teníamos que coger el de las 18:57 y que las 19:40 era la hora de llegada. Eran las 18:00 y todavía nos faltaban bastante zonas por ver. No nos daba tiempo de terminar de ver el castillo y el café estaba recién puesto en la mesa.
Así que decidimos tomarnos el refrigerio y ver lo que nos quedaba tranquilamente, ya veríamos cómo volver.
Cuando terminamos de ver todas las estancias, patios y torreones pensamos que si íbamos a la parada anterior que vimos al llegar y que estaba más cerca nos ahorraríamos una caminata y podríamos intentar coger el tren que nos correspondía, pero fue para nada porque no todos los trenes paran allí y nos tuvimos que ir a la central de Malbork. Total que andamos 45 minutos para nada pero teníamos que intentarlo. Fueron 15 a la parada del castillo y 30 de ésta a la estación principal pasando de nuevo por el castillo. Una vez llegamos allí pensamos en subirnos en cualquier tren que fuera hacia Gdansk.
Estuve a punto de matar a Ismael, justo cuando teníamos un pie dentro, no se le ocurre otra cosa que preguntarle a una empleada, nos dijo que teníamos que comprar otro boleto y se bajó del tren…. Ya pensaba que me tenía que quedar a dormir en Malbork porque creíamos que no había ningún tren hasta el día siguiente.
Nos fuimos a las taquillas y resulta que ese tren era de otra compañía. La señora que había allí nos dijo que no nos preocupáramos, que había otro más y nuestro ticket era válido aunque hubiésemos perdido el de nuestra hora. Finalmente llegamos a las 21:15 muy pero que muy cansados.
De vuelta en Gdansk después de la excursión a WesterPlatte y el castillo de Malbork
Teníamos antojo de salchichas, pero no encontramos ningún sitio que las tuviera en carta. A mí personalmente me sorprendió porque creía que en Polonia serían más comunes.
Acabamos en una cervecería hartos de dar vueltas y el camarero no sabía explicarnos qué era el herring y aún así lo pedimos, menos mal que yo había pedido un rollo de pollo con espinacas y brocoli porque era arenque encurtido y a Ismael no le gusta absolutamente nada por lo que pudimos intercambiarnos los platos. Es un plato típico polaco y no está mal aunque tampoco es para tirar cohetes. Con un par de cervezas pagamos 79 PLN ( unos 20 euros). Por ahora es lo más caro que hemos pagado.
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