Nos ha costado una barbaridad, empezar el día. El baño turco sigue haciendo de las suyas.
Ya hemos visto todo lo que queríamos ver. Podíamos ir e Eyub, pero esta donde el sultan Ahmet perdió el mechero, buscamos algo mas cerca y encontramos la iglesia de San Salvador in Chora (KARIYE CAMII).
Para llegar tuvimos que coger el tranvía en la puerta del Gran Bazar hasta Yusufpaça, hemos andado 800 metros, hasta la parada del metro de Aksaray, desde allí hasta Ulubatli.
Nos ha pasado una anécdota graciosa porque no teníamos claro donde bajarnos para coger el metro. Le pregunté con el mapa al señor que tenía más cerca dentro del vagón y al darse cuenta que no nos entendíamos grito algo en turco. Entonces un chaval que tenía detrás mía me preguntó en castellano: ¿Os puedo ayudar?. Y de esta manera nos enteramos cual era nuestra parada.
Cuando salimos de la parada, nos situamos y vimos que estábamos bastante lejos todavía. Como teníamos la muralla de la antigua ciudad de guía, la seguimos por dentro hasta que nos dimos cuenta que habíamos descubierto otro de los barrios buenos, buenos de Estambul.
No fue difícil llegar a esta conclusión cuando vimos los escombros y a varias mujeres, charlando de sus cosas sentadas al lado de la carretera en sillas destartaladas y medio desnudas, esperando a coches y camiones que amablemente se paraban a hablar con ellas y se las llevaban de paseo.
Al ver el ambiente, cruzamos la muralla. El otro lado era una avenida, solo coches, pero sin gente rara.
Vimos a otros 5 turistas que iban muy decididos, con un autóctono que pensamos iban al mismo sitio que nosotros, los seguimos y al final tuvimos suerte. Si no habrías visto otra cosa.
Tardamos unos 40 minutos en llegar desde la parada de metro.
Iglesia de San Salvador en Cora
La iglesia de San Salvador de Cora es una mezquita-iglesia-museo que lleva construyéndose y reconstruyéndose desde el siglo IV. Es pequeña, pero dentro tiene unos frescos y mosaicos pre bizantinos preciosos, donde explican la vida de la virgen Maria y la de Cristo.
Esta bien, pero ir al cuarto pino y perder una mañana en esto no merece la pena, si vas a tener pocos días para visitar Estambul.
Para bajar no hemos cogido el metro, bajamos por una calle ancha y tiramos en busca del tranvía. Pasamos por varios tramos, el mas impactante, uno estaba lleno de tiendas con vestidos de novia, de todos los gustos y colores, si colores, incluso algunos con pañuelo capilar incluido.
Por lo demás, era una calle comercial de barrio, como las que podemos encontrar en cualquier ciudad. Con tiendas de alimentación y kebaps ya preparados.
La vuelta fue mas sencilla, no tuvimos que preguntarle a nadie como ir, nos subimos a nuestro tranvía hasta Sultanahmet, volvimos disfrutar de la vista de la mezquita azul y Santa Sofia, una frente a la otra.
Paseamos por allí, por el hipódromo y comimos los típicos bocadillos de kebap de pollo con un refresco (3,5 YTL, 2 €). Usan unas barras de pan de corteza blanda, para hacer los bocadillos, no pan de pita.
Nos dimos cuenta, que no habíamos visto, ni la tumba del sultan Ahmet, ni la otra cisterna, la llamada de las 1000 columnas, aprovechamos la tarde en las dos cosas, tomándonos un te dentro de la cisterna.
Solo lleva un par de años abierta porque antes lo usaban los vecinos de basurero. Han tardado 7 años, en sacar toda la porquería.
Representación de como era el hipódromo en su esplendor.
Después, volvimos al hotel, y nos enteramos del derrumbe que había ocurrido en Estambul
Tranquilizamos a la familia y terminamos el día paseando por las calles cercanas.
Cerca del hotel, hay un pequeño restaurante que se llama Izmir, esta en una calle perpendicular a la calle Yeneriçeler. Hemos cenado en el local 3 veces, la familia que lo lleva es simpatiquísima, incluso la madre y un camarero que solo hablan turco.
Ayçen, así se llama la hija, habla un poco castellano, pero le pone muchísimas ganas. Si alguna vez vais, hará todo lo posible para comunicarse y explicaros lo que preguntéis sobre la comida o sus costumbres.
Su padre, Mustapha habla ingles, así que no tendréis ningún problema para pedir.
Os recomiendo el doner iskender, tiras de ternera al estilo turco con salsa de tomate, sobre cama de taquitos de pan y acompañado de yogur. De entremeses, una ensalada de yogur, ajo, berenjena y pimienta y de postre un te de manzana.
Esta será la ultima anotación, mañana salimos de vuelta.
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Mancantao!! Me has dejado muerta en la bañera…. Ya soy vuestro fan!
Muchas gracias.
Salte de la bañera no nos vayas a dar un disgusto.
Saludos
Muy bueno, a veces hay que alejarse de los centros más visitados para encontrarse con algo muy interesante o para simplemente darse cuenta de que la cosa no valía tanto la pena. Pero siempre tenemos la ocasión de encontrarnos con la vida de ese lugar, la que de verdad trasciende del plano turístico. Es lo que más me gusta. Gracias
Gracias a ti, Carolina.
Fue un descubrimiento. Lo mejor fue pasear por calles normales y corrientes donde te das cuenta que al final somos todos iguales.
Saludos
Yo también me he llevado algún que otro chasco ,pero siempre acaba siendo positivo 😉
A mí las cisternas me decepcionaron bastante pero me gustó callejear por el barrio.
Un saludo!!
Hola Maruxaina,
Gracias por pasarte por aquí.
Las cisternas es que son columnas, columnas, columnas,…. Aportan poco la verdad.
A mi lo que llama la atención de este tipo de edificios, es la capacidad del ser humano de guardar recursos. Aunque tenga que construir un mega espacio para ello.
Saludos