El día de hoy nos lo tomamos con más calma. Al fin y al cabo, nos quedaban pocas cosas por ver y aún estaríamos 2 días más en Dublín.
Nuestro primer destino del día fue la Guinness Storehouse. Es el lugar donde todavía se hace toda la cerveza Guinness que se bebe en todo mundo, como se ha convertido en un lugar de peregrinaje han construido un museo con forma de vaso de pinta. En la entrada te ofrecen audioguías gratis con las que te explican paso a paso todo el proceso de fabricación de la cerveza Guinness y su historia.
Justo al principio del tour puedes ver en el suelo que tienen enmarcado el contrato de arrendamiento por 9.000 años que firmó el mismísimo Alfred Guinness por 45 libras anuales.
La visita al completo es bastante interesante y muy completa. Además de explicar todo el proceso de fabricación de la cerveza, también relatan cómo se fabrican los barriles, el proceso de transporte e incluso todo lo relativo a la publicidad.
Hay varios datos curiosos, como que se quedan con toda la producción de Lúpulo de Irlanda o que tienen que importar cebada y malta porque no se produce suficiente y que el agua que usan es de unos manantiales cercanos.
Los barriles llegaban a tal altura que la gente venía a verlos desde otras ciudades.
La Guinness tiene la característica de que se tuesta la cebada mezclada con malta para darle ese color y sabor especial.
Nos ha resultado muy curiosa una campaña publicitaria que realizaron en los años 50 cuando arrojaron al mar muchas botellas con pequeños diplomas dentro y las instrucciones para convertir la botella en una lámpara. Al parecer, aún hoy en día continúan apareciendo botellas en cualquier parte del mundo. La última de la que tienen constancia apareció en la costa californiana.
Guinness tiene tanta imagen y presencia en Irlanda que cuando entraron en el Euro y quisieron poner el arpa en la moneda tuvieron que llegar a un acuerdo con la cervecera porque tenían el uso comercial de la misma. Ahora la del euro mira hacia un lado y la de Guinness hacia el otro.
También ofrecen degustaciones de su cerveza y, al final del recorrido, te invitan a una pinta en el Gravity Bar, que está en la última planta y ofrece bonitas vistas de la ciudad.
Después de disfrutar de nuestra pinta (¡a las 11:00h!) nos hemos dirigido al Trinity College.
Cuando llegamos vimos muchos chicos jóvenes con toga y birrete por lo que dedujimos que habría alguna graduación.
Las togas variaban de color dependiendo de la facultad. El Trinity College es el campus universitario y, aparte de los edificios que albergan las diferentes facultades, también posee una magnífica biblioteca. Está formada por un pasillo de 65 metros de longitud con dos alturas de pisos y alberga más de 200.000 ejemplares. Una auténtica maravilla que nos ha encantado. Antes de acceder a la biblioteca ofrecen una exposición del famoso libro de Kells. Este libro tiene ilustraciones que aún no han podido ser descifradas. El libro de Kells incluye los cuatro evangelios manuscritos por cuatro escribas y grabados por tres ilustradores. Es una preciosidad.
Al salir hemos observado a un grupo de estudiantes que estaba jugando al fútbol gaélico. Con el frío que hacía estaban jugando con pantalón corto y camiseta sin mangas.
No extraña verles las piernas azules.
Desde aquí hemos paseado hasta llegar a Stephen’s Green que es un pequeño parque muy coqueto situado al lado de las calles más comerciales. Durante el paseo antes de llegar al parque hemos pasado por las calles más aristocráticas de la ciudad con edificios muy señoriales y restaurantes de lujo.
Por la zona hay otro parque con una estatua muy graciosa de Oscar Wilde recostado en una roca. En Inglés sería Oscar Wilde on the rocks. 🙂
También pudimos ver una pirámide con 4 estatuas de soldados guardando la llama infinita como culto al soldado desconocido.
Entramos en el centro comercial Stephen’s Green que desde fuera parece un antiguo jardín botánico.
Por dentro era muy bonito.
Aprovechamos para tomar un tentempié y así poder aguantar y cenar temprano.
El resto de la tarde lo pasamos paseando de nuevo por todo el centro de la ciudad. Dublín es una ciudad bastante asequible para recorrerla a pie. Además, a nosotros nos encanta pasear.
Cuando ya nos cansamos de tanto caminar, nos paramos en un pub a tomar una pinta de Guinness y a disfrutar de la música en directo.
Todo estaba muy animado porque hoy es viernes y ya comenzaba la marcha. Como estaba atestado nos costó conseguir sentarnos en la barra. Mientras tanto, observamos a la gente que estaba por allí. Es curioso ver que las chicas iban arregladas como si fuese Nochevieja y, sin embargo, los chicos llevaban jerseys de ésos de Navidad con luces y con llamativos dibujos. Mucha gente iba con ese tipo de ropa, con gorros de Papá Noel o cuernos de reno. Por 10,30 Eur nos tomamos una pinta cada uno y descansamos un rato de dar vueltas.
Buscando donde cenar, nos encontramos con el famoso Ha’penny Bridge. En castellano, el puente del medio penique. Eso era lo que tenías que pagas si querías pasar por el.
Para la cena nos costó encontrar un sitio porque todo estaba repleto. Al final conseguimos un lugar en un restaurante en la calle Temple, en el que pedimos estofado típico irlandés y solomillo en salsa. Afortunadamente, pedimos de entrante unos panecillos con mantequilla de hierbas porque tardaron muchísimo en servirnos la comida y con eso pudimos contener un poco el apetito. Tardaron alrededor de tres cuartos de hora en servirnos. Cuando terminamos era tardísimo y además nos resultó caro porque la comida tampoco fue demasiado buena y nos costó 50,05 Eur.
Cuando empezamos a prepararnos para salir a la calle, Ismael se pego un buen rato poniendose ropa, buff, gorro y bufanda. En una mesa de al lado comenzaron a reírse, les dijo que para nosotros hacía mucho frío que éramos del sur de España y ellos que iban en manga corta nos contestaron que para ellos era casi verano que en Rusia hacía mucho más frío.
Después nos fuimos a descansar antes de nuestro último día en Dublín.
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¡Qué buena palicita os disteis por Dublín! Un viaje que tengo pendiente, muchas ganas de conocer la capital de la “isla esmeralda”, y por supuesto la fábrica de Guinness (ya conocéis mi debilidad por la cerveza, je je je) un abrazo de la cosmopolilla
Muchas gracias por pasarte por aquí, Patricia.
Si puedes no pierdas la oportunidad, yo no soy cervecero y me nos pusimos de Guinness hasta arriba. Realmente no soy cervecero en España pero en cualquier otro país donde sean productores me suelo agarrar con facilidad al grifo, jejeje.
Recuerdo los Pivo BAr en la República Checa y las cervezas de abadía en Bélgica.
Saludos
Menuda ruta por Dublín! Me encanta la cerveza y creo que cuando viaje para allá me gustaría visitar alguna fábrica de producción como ésta. Por cierto, en el Trinity Colleg ¿visteis una escultura con forma de esfera de acero rota? Esta fin de semana estuve en los Museos Vaticanos y en la entrada por el jardín o patio de la piña hay una como os comento. Buscando información leí que había una también en el Trinity College de Dublín.
Gracias por el paseo.
Si la hay. Nosotros hemos visto 3 bolas de esas. Una en el Vaticano, otra en el Trinity College como bien dices y la tercera en Battery Park en NY. Esta última estaba entre las dos torres gemelas y la cambiaron a este parque.
Muchas gracias por tu comentario.
Me quedo mucho más tranquilo sabiendo que pensaron en proporcionar cerveza durante 9000 años. Que curioso, ya previnieron la subida del alquiler jajaja. Saludos viajeros.
Arthur Guinness fue un tipo listo. No solo por este contrato si no por todo lo que hizo en su vida y como lo dejó preparado para la posteridad.
Gracias por tu comentario.