Después de un agotador viaje de unas cuarenta horas, por fin llegamos a nuestro primer destino, la ciudad de Melbourne. El hotel elegido fue el Oaks on Williams. Lo primero que debemos alabar de este hotel es al personal de recepción, nos parecieron encantadores, atentos y eficientes. De hecho, tuvimos un pequeño problema nada más llegar porque teníamos reservadas tres noches de hotel, pero no consecutivas, ya que teníamos previsto realizar la ruta de la Great Oceans Road haciendo noche en Port Campbell para volver al día siguiente a Melbourne en el mismo hotel. En recepción nos solucionaron el error sobre la marcha, cobrándonos la noche de hotel al precio que nos habían dicho en un principio aunque, al ser sábado, debería haber sido más cara. El hotel es maravilloso tanto por la limpieza y amplitud de la habitación (en realidad es un pequeño apartamento con su cocina y terraza propia) como por la ubicación, a poca distancia a pie de los puntos de interés de la ciudad.
Éste es el parque que teníamos justo enfrente del hotel.
Una vez hicimos el check-in y nos dimos una reparadora y muy esperada ducha, nos fuimos a dar nuestro primer paseo por la ciudad. Estábamos agotados y acusamos mucho el jet lag. Tanto es así que casi me quedo dormida de pie literalmente. La primera impresión que ofrece Melbourne es la de una gran ciudad con mucho tráfico y con mucha gente por la calle. Es realmente animada a cualquier hora del día. En este primer paseo sólo nos centramos en las zonas más comerciales de la ciudad porque el resto preferimos dejarlo para el día siguiente esperando estar más descansados. Pudimos comprobar en este primer paseo y después durante el resto del viaje que también usan coches grandes y algo feos…
Para almorzar/cenar (lo digo así porque para nosotros era nuestro almuerzo pero en este país ya era la cena) tomamos un delicioso ramen en uno de los restaurantes japoneses de tantos que encontramos en todo el viaje. La verdad es que a ambos nos supo a gloria. Intentando aguantar un poco más el sueño, tomamos de postre un trozo de pastel de manzana con un café bien cargado pero aún así costó mucho mantenerse en pie.
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Después de otro corto paseo nos fuimos al hotel a descansar porque estábamos agotados del viaje.
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Muy interesante el post y las fotos espectaculares y muy coloridas. ¡Premio a la mejor fotografía ya!
Gracias por los piropos
Merecidos