Muchas veces un paseo de la vergüenza al más puro estilo de Juego de Tronos es lo que pasan algunas madres cuando entran o salen de un avión.
Después de ver el siguiente vídeo tuve la necesidad imperiosa de compartirlo con vosotros.
Generalmente un viaje para un bebé suele ser un martirio. Muchas horas quietos, ruidos que no suelen conocer, olores, dolores de oído y un montón de inconvenientes más. Y no os quiero contar lo que tiene que ser para una madre y más si viaja con un par de niños.
Después estamos los demás pasajeros, a los que nos molesta todo. TODO.
Que llore, que juegue, que salte, que coma, que haga sus necesidades, etc…
No lo voy a negar, cuando empezamos a viajar a mí me molestaba. Veía entrar a una madre con un bebé y pensaba “ya nos han dado el vuelo”.
Todo cambió el día que en un vuelo transoceánico ví lo mal que lo pasaba una pobre madre con su hijo. No sabía cómo calmarlo, lo intentó todo, lo que sabía e incluso creo que inventó algún método. Cuando no era la presión, era hambre, pipí, caca, ganas de jugar o cualquier cosa.
La expresión de desesperación en la cara de esa mujer hizo que me metiera en su piel y entendiera que no es fácil y hay que tener valor para hacer ese tipo de viajes.
Después hay gente maleducada pero ya no depende ni de la edad ni de tu madre.
¿Qué opináis? ¿Os ha pasado alguna vez como madres?
- Un día en Toulouse - 10/08/2022
- Confinados pero volveremos a viajar - 23/03/2020
- París en el inicio del siglo XX - 06/11/2019
Soy madre de una niña pequeña y puedo asegurar que viajar en un avión con un pequeño es un auténtico martirio.
Cuando el niño es pequeño puede ir con un adulto, y en nuestro caso como era lactante, siempre teníamos a mano el mejor de los remedios, pero a los 2 años, la cosa cambia, te obligan a que vaya en su propio asiento y que respete las normas de seguridad. Lo del cinturón a esa edad para mí fue un horror, mi hija no comprendía que estando dormida en mis brazos la despertase y obligase a sentarse en su asiento con el cinturón. Primero la azafata me indica que va a comenzar el aterrizaje y que no puedo tener a mi hija cogida, luego el pasajero de delante se vuelve para matarte con su mirada y pensar que somos unos maleducados por no respetar las normas y por no haberle traído un vozal a la pequeña y así no incordiar al resto de pasajeros. Pienso que igual sería mejor una capucha insonorizada para usted, pero le sonrío de forma educada y le pido perdón. Cuando el avión ya ha aterrizado, alguno que otro más cruza su mirada desafiante contigo, les devolvemos la misma sonrisa y una disculpa. Los mismos que tienen más prisa que nadie y a pesar de que llevas a la pequeña y todos los bultos que necesitas para su muda, agua, algún muñeco, etc… Si pueden te arrollan en el pasillo porque su tiempo es más valioso que el tuyo y ni se te ocurra poner la mochila para que salgamos antes que ellos.
La experiencia de viajar con más de un pequeño debe ser apoteósica.
A todos los viajeros que se jactan de sus viajes, experiencias y todo lo que te ayuda a abrir tu mente les pediría un poco de empatía.
Y relacionado con el tema, os dejo como reflexión qué actitud tomáis frente a una persona que utilice un transporte público y viaje con un carrito. Les habéis facilitado del acceso o salida?
Hola Elena,
Lo primero gracias por tu comentario. La verdad es que como cuento en la entrada yo era así al principio y cambié cuando ví a esa pobre mujer pasarlo mal. Somos muy poco solidarios y cada vez menos. Deberíamos volver a tener ese sentimiento de comunidad que se tenía en el que se ayudaba al que tenías al lado, lo conocieras o no.
Saludos viajeros