Después de varios días levantándonos muy temprano, en nuestro segundo día en Sydney nos permitimos el lujo de no poner el despertador y nos levantamos a las 09:30h. La primera visita del día estaba prevista para la famosa Opera House.
Pusimos rumbo a nuestro primer destino del día pensando en parar a desayunar por el camino pero, como algunas veces nos ocurre, al final llegamos a la ópera sin haber parado.
Haciendo fotos y disfrutando de las vistas se nos fue el santo al cielo y, cuando ya estábamos a punto de desfallecer, vimos que en el restaurante de la Ópera sólo daban desayunos hasta las 11:00h y ya eran las 11:30h. Lo mismo ocurría en todos los bares de alrededor. Al final por fin encontramos uno que no tenía horario para los desayunos aunque sí para los pancakes que los dejaban de hacer a las 12:00h y ¡eran las 11:52h!. El camarero nos dijo que en la cocina seguramente lo matarían por pedirlos a esa hora, pero al final lo hizo. Después de recuperar fuerzas nos dedicamos a hacerle miles de fotos al edificio de la Ópera, que es una preciosidad. Sólo os enseñaremos algunas, no os agobiéis…
Una curiosidad es que los ladrillos del techo creía que eran blancos y por eso relucía tanto bajo el sol, pero una vez te acercas puedes ver que las cúpulas están compuestas de ladrillos amarillos y blancos.
Al principio el día estaba un poco nublado, pero después comenzó a lucir el sol y pudimos disfrutar de ese característico brillo que tiene.
Justo enfrente de la Opera House está el Harbour Bridge que también es bastante impresionante. Una de las curiosidades del puente es que ofertan rutas guiadas que te permiten subirte a lo más alto del puente para ver panorámicas de la ciudad y de la bahía. A nosotros no nos llamó la atención pero se veía que tenía bastante aceptación.
Para poder disfrutar de otra vista de la Ópera y fotografiarla cruzamos al otro lado de la bahía hasta llegar debajo del puente. Pudimos observar como la terminal de ferrys, que está ubicada entre el puente y la Ópera no para de funcionar pasando constantemente barcos por delante de la Ópera realizando su ruta.
La parte de debajo del puente alberga la parte más antigua de la ciudad y tiene mucho encanto. Esta parte se llama The Rock.
Nos encontramos con un mercadillo muy gracioso con muchos puestos con cosas hechas a mano. Como no podía ser de otra manera, no pude resistirme a comprar una pulsera hecha a mano que me pareció preciosa. Caminando, caminando llegamos a otra parte más residencial con pisos que tenían su propio embarcadero. Se trataba de una zona muy tranquila y que parecía haber sido más industrial en tiempos pasados. Para volver a la Darling Harbour pasamos por otra zona que estaba más deslucida porque se encontraba en obras.
Pudimos ver el proyecto y están construyendo tres enormes rascacielos al lado de la bahía. Esta ciudad parece estar en un buen momento económico porque otro detalle que nos llamó mucho la atención es que en casi todos los comercios y restaurantes había carteles buscando personal para trabajar. Nos dimos cuenta de ese detalle durante casi todo el viaje ya que vimos esos carteles en muchas otras ciudades.
Llegamos por fin a la Darling Habour medio deshidratados porque el sol empezó a apretar bastante. Curiosamente, esta mañana vimos por Internet que el tiempo marcaba una temperatura de unos 34 ºC para las 14:00h y de unos 18ºC para las 20:00h. Pensamos que sería un error ya que la diferencia era demasiado grande pero debo reconocer que en realidad fue así. Por la mañana y por la noche refrescaba un poco pero a mediodía el calor era sofocante. Como estábamos sedientos paramos en la tienda de souvenirs del SeaLife y nos compramos un botella de agua. Pagamos por ella la friolera de 3,80 AUD por 600 ml de agua. Lo peor de todo es que unos pasos más adelante nos encontramos una fuente…
Ya eran las 15:00h así que por esa zona de restaurantes paramos a comer algo. Nos paramos en un bar que estaba lleno de gente joven y que servían hamburguesas y perritos. Comimos muy bien por sólo 36 AUD.
El resto de la tarde volvimos a nuestro paseo por la ciudad. Pasamos por el barrio chino y el barrio japonés. Es sorprendente ver la cantidad de asiáticos que viven en esta ciudad. Hay momentos en los que te transportas a los recuerdos de Tokio.
Después estuvimos el resto de la tarde de compras.
No puedo saber cuántos kilómetros hicimos andando pero seguro que muchos porque pasamos el día a pie por toda la ciudad. Nos acercamos al hotel para cambiarnos de ropa ya que las temperaturas empezaron a caer y teníamos un poco de frío antes de volver a salir para buscar donde cenar.
Para cenar nos tuvimos que conformar con un Hungry Jacks ya que los restaurantes cercanos al hotel ya habían cerrado cocina. Los Hungry Jacks son una cadena de establecimientos de comida rápida que hemos visto en casi todas las ciudades pero no lo probamos en ninguna. La cena nos resultó muy barata, 12,90 AUD (unos 10 €). Para el postre nos acercamos a un supermercado que cierra a las 00:00h y nos compramos algunos dulces de jengibre y unos huevos Kinder con figuritas de Star Wars. También aprovechamos y compramos fruta para poder desayunar por la mañana y que no nos pasara lo mismo de hoy además de algunas galletas. Sydney es una ciudad donde no tendrás problemas para cenar “tarde” pero si quieres comer algo que no sea FastFood, ajustate al horario australiano.
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Magnífica la ópera. Estupendas fotos y mejores modelos. Gracias por compartir vuestro viaje.