Nuestro último destino en este viaje por Polonia fue Cracovia. Aunque ya habíamos visitado su aeropuerto un par de veces para ir a las famosas minas de sal de Wieliczka y recoger el coche de alquiler para ir a Breslavia y Auschwitz todavía no habíamos recorrido las calles de la ciudad.
El recorrido en carretera desde Wroclaw (Breslavia) a Cracovia es sencillo, lo que más tiempo nos ha llevado fue pasar los peajes porque había bastante tráfico. Alquilamos el coche usando nuestro buscador del apartado Viaja Barato. La compañía era local y fueron muy amables acercándonos a la estación de tren.
Es muy fácil ir a Cracovia desde el aeropuerto porque está muy bien comunicado por tren.
Aunque tardamos 25 minutos en llegar andando al apartamento mereció la pena, porque así nos fuimos situando para los siguiente días.
Entrada al casco antiguo desde la estación de tren.
Emaus Apartaments tiene una desventaja que a los que no les guste andar les fastidiará, están pelín alejados. Por lo demás nos han gustado bastante. El nuestro en concreto estaba limpio, amplio, techos altos, silencioso, tranquilo y luminoso. Estaba completamente equipado para poder preparar comidas, desayunar y descansar. Además tienen recepción 24 horas por lo que no pasa nada si llegas tarde.
Después de dejar las cosas en el apartamento nos fuimos a dar la primera vuelta por el centro. Jordi nos recomendó leer qué ver en Cracovia de su blog e hicimos muy bien porque así ya sabíamos lo básico.
Al final nos pateamos Cracovia casi de cabo a rabo. Estuvimos por la Gran Plaza y las calles colindantes, en la Barbacana, paseamos por el barrio judío (Kazimierz) y por la zona del castillo de Wawel.
El calor en esta ciudad es sofocante, el sol pegaba con muchas ganas. Nos pasamos el día buscando la sombra y entrando en iglesias para refrescarnos algunos minutos.
Había puestos de comida en las plazas y escenarios donde se cantaban canciones populares polacas. Así que aprovechamos para comernos unas salchichas mientras dos señores vestidos con trajes folclóricos sudaban la gota gorda mientras los demás tarareaban.
En el barrio judío nos tomamos un pequeño helado que nos encantó. Además la comida en Polonia es muy barata. Las dos salchichas con pan y ensalada no han llegado a 7 euros y los dos helados unos 1,20 € aproximadamente ambos, ¡y con dos bolas!.
Nos encontramos por casualidad, uno de los escenarios donde se rodó la lista de Schindler.
En los próximos diarios os hablaremos de Shindler, de su fabrica y su lista.
Las zonas turísticas de Cracovia estás relativamente cerca unas de otras y nos las pateamos varias veces en toda la tarde. Al final teníamos tanto calor que decidimos darnos una tregua en un centro comercial, la galería KraKovska. Son enormes y aprovechamos para descansar un poco las piernas tomándonos un café viendo pasar a los cracovenses o cracovianos o como se diga.
El nombre que le han puesto a Ismael en el café nos ha encantado.
La verdad es que nos hemos hartado de andar además de los 300 kilómetros en coche hemos hecho esta mañana.
Como hoy también había partido de cuartos de la Eurocopa (Alemania-Italia) nos fuimos a buscar un bar donde verlo mientras cenábamos algo. Parece que en esta ciudad no hay tanta afición futbolera y nos costó encontrar uno. Al final terminamos en el Scandal Restaurant. La cena fue estupenda por el precio que pagamos, 146 PLN (41 €). 3 cervezas negras, un RibEye con salsa de frambuesas y pepinillo para Ismael y unos pierogi al estilo ruso con un crepé de naranja con helado de vainilla. Después de la prorroga nos fuimos para el apartamento porque estábamos muy cansados.
Después del día de calor sofocante que pasamos la vuelta fue bajo la lluvia. El clima aquí es para volverse loca.
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