Hoy también tocaba madrugar (06:10h) para ir al aeropuerto para coger el avión rumbo a Sydney, nuestro último destino de este maravilloso viaje.
Desde el hotel llamaron un taxi para que nos acercara al aeropuerto. El conductor había estado en España y se pasó todo el trayecto hablándonos de nuestro país. El taxi desde el centro de Cairns hasta el aeropuerto nos costó 24 AUD. Nos estuvo contando que habían recorrido Europa en moto desde Inglaterra y en el país donde más tiempo habían pasado era España, sobre todo por su gastronomía. Era también cocinero y resumió la comida australiana en dos formas de cocinar: frito o asado.
El vuelo fue muy tranquilo y después de dos horas y cuarenta y cinco minutos llegamos a Sydney. Para llegar al hotel cogimos el tren que nos costó 31,80 AUD entre los dos. Nos llevamos un chasco porque en teoría este tren nos dejaba en la estación Museum que estaba muy próxima a nuestro hotel pero, por algún cambio en el trayecto, nos dejó en la estación Central que es justo la anterior a la nuestra, por lo que tuvimos que bajarnos del tren y coger el metro para hacer parte del trayecto y el resto a pie. Por suerte, buena parte del camino era cuesta abajo, porque con las maletas es incómodo hacer estos recorridos. De todos modos, este caminata nos ha hecho decidirnos por coger un taxi para la vuelta al aeropuerto el día que nos volvamos a casa ya que, si no, sería cuesta arriba con las maletas.
Nuestro hotel era el ParkRoyal Darling Harbour y nos alojamos en una habitación con dos camas king size. Se ve que el hotel ha sido reformado recientemente por lo que todo se ve muy nuevo y de muy buena calidad.
El resto de la tarde lo hemos pasado paseando por la ciudad, cosa que como sabéis nos encanta.
Desde el primer momento puedes ver que esta ciudad sí que es una gran ciudad y que nos iba a gustar mucho. Hay mucha gente por la calle, muchas tiendas, y los bares y restaurantes sirven comida a cualquier hora. Nuestro primer paseo nos llevó por las calles más comerciales.
El ayuntamiento es un bonito edificio.
En el QVM (Queen Victoria Market), que es un centro comercial que tiene en su entrada una enorme estatua de la reina Victoria, hay una tienda UGG, e Ismael se ha pasado el día diciéndome que no puedo marcharme de Australia sin comprarme un par de sus famosas botas.
La plaza Darling Harbour tiene infinidad de bares y restaurantes muy animados, también hay que recordar que hemos llegado a Sydney un sábado.
Al parecer, todos los sábados hay un espectáculo de fuegos artificiales en la bahía a las 21:00h, de ahí que hubiese una hora antes tantas familias por allí esperando para verlo. Nosotros nos sentamos en el muelle en un buen sitio y pudimos disfrutarlos muy bien.
En este sitio no hemos tenido ningún problema en encontrar donde cenar a las 21:30h.
Un detalle que nos llamó la atención es que en todos los restaurantes tenían puesta música disco. La verdad es que en algunos casos no parecía que fuera la música más adecuada. No “pega” mucho comerte un chuletón en un restaurante caro escuchando “chumba chumba” de fondo.
Después de la cena volvimos al hotel a descansar. La verdad es que en estos últimos días hemos madrugado mucho y hemos visto muchas cosas nuevas por lo que estamos algo cansados.
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