Cuántos años han pasado desde aquella forma de viajar en familia que algunos conocimos. La abuela, niños, padres, maletas, media casa y hasta el canario con su jaula embutidos en un pequeño coche familiar sin aire acondicionado mientras se conducían horas y horas para llegar al pueblo de turno o a la playa.
Ahora te subes en un avión o tren y en un rato más o menos largo ya estás en la otra punta del mundo. Sin pasar frío ni calor, hidratados y hasta comidos si has tenido la suerte de ir en una aerolínea que no escatima en gastos.
El concepto de viajar en familia ha cambiado y en este artículo vamos a intentar daros unos consejos dependiendo del estilo y los componentes de la familia viajera.
Viajar en pareja
Sea cual sea el tipo de pareja, ya sea colmada de amor o amistad. Lo importante es conocer lo que le gusta al otro e ir compartiendo visitas, monumentos y paseos para que el viaje sea un éxito y no se acabe volviendo cada uno por su lado.
También es interesante repartir las responsabilidades y que uno no se convierta en la mula de carga del otro o el que toma todas las decisiones. Te puedes encontrar paseando entre obras de arte moderno que no comprendes o en medio de una garganta bordeando precipicios a los que no te acercarías en casa.
Pregunta a tu compañero de viajes por sus gustos y preferencias y saldréis todos beneficiados. Por ejemplo, un requisito de Manmely es que el hotel no tenga edredones de flores, pues bajo alguno ha dormido. Jejeje.
En este tipo de viajes, como cuando uno viaja solo, es cuando se puede ser más ambicioso planificando rutas, visitas y museos para exprimir al máximo los días.
Viajar en familia con niños
Los niños tienen más aguante físico del que pensamos, pero tienen que estar motivados. Si pretendes meterte en el Louvre o en el British Museum 6 horas con un par de peques prepárate para el infierno en la tierra.
Cuando viajas con niños debes amoldar el ritmo del viaje a sus comidas y descansos, por ellos y por tí. También debes llevar preparados juegos y entretenimiento.
Incluye parques, apartados infantiles de museos, visitas teatralizadas, zonas de descanso, etc.. Lleva ropa de muda y comida para imprevistos y procura estar preparado para cualquier cambio “necesario”.
Tendrás que tener en cuenta que las visitas serán más largas y el ritmo será distinto pero enseñar a un niño cómo recorrer un museo o aprender a ver con sus ojos también puede ser interesante. Hay detalles que a los adultos se nos escapan y que ellos descubren.
Aunque parezca tonto, yo me lo paso muy bien buscando en los cuadros a San Juan Bautista.
Viajar hace a los niños más abiertos y resolutivos si se le da la oportunidad. No te quedes en casa poniéndolos de excusa.
Viajar en familia con personas mayores
Es como viajar con niños pero que además tienen autoridad, voz y voto.
A la hora de planificar un viaje con personas mayores tenemos que tener en cuenta muchas más cosas que con niños, aunque de inicio no lo parezca. Su forma física, las ganas de conocer el sitio o sus hábitos diarios pueden condicionar los días, las ciudades e incluso los países a visitar.
Todos conocemos a abuelos que están acostumbrados a madrugar, a andar, son asiduos a museos y viajeros empedernidos, pero la mayoría no son así. Si no están habituados a viajar es recomendable también darles unos consejos para hacer la maleta con poco peso.
Nosotros, por ejemplo, aprovechamos al máximo el día y no solemos parar para comer. En el último viaje que hicimos con mis padres, querían tomarse una cervecita, un café, dormir la siesta, etc… Tuvimos que adaptarnos.
Cuando empecé a preparar ese viaje a Italia, Manmely veía todo lo que yo quería que vieran y me decía: “Ismael, los vas a reventar el primer día. Ten en cuenta su edad.”
Hay un detalle que nos resultó divertido. En Italia comen entre las 12:00 y las 13:30, que es la hora de la cervecita, hacerle entender eso a mi padre nos costó más de una mala cara y una búsqueda de bocadillo corriendo a las 15:00 que era cuando le entraba hambre.
En Roma lo dejamos un día que se fuera a dormir la siesta después de llevarlo andando desde el Coliseo al Vaticano pasando por el Trastevere.
Con mi madre, lo que teníamos que hacer es andar más despacio y tomar pequeños descansos para que aguantara. En cambio, se adaptó perfectamente al horario de comidas y a madrugar.
Lo mejor del viaje fueron las risas con mi hermana y mi cuñado, las caras de sorpresa de mis padres y los recuerdos que siempre tendremos todos juntos.
Viajar en grupo
O se tiene muy claro el tipo de viaje o a mi que no me llamen. Es la forma más fácil de romper amistades si todos los que componen el grupo no llevan el mismo rollo. O alguien se empeñe en que tienen que ir todos juntos.
Si eres el organizador deja muy claro lo que se va a hacer, los horarios y las visitas. No te enfades si alguien prefiere hacer otra cosa o tiene otros intereses, lo importante es el rato que paséis juntos.
Si eres de los que no quieres implicarte en la organización del viaje después no te pases todo el rato protestando o criticando. Ten en cuenta que hay alguien que ha puesto ilusión y tiempo en intentar que todo el mundo se lo pase bien. Si no te apetece hacer algo, pues no lo hagas, pero no molestes al que sí quiere.
Conclusión
Viaja, solo, en pareja, con niños, con familia o amigos, con quién sea, pero viaja.
A nosotros no nos gusta viajar con nadie, básicamente, por ahorrarnos discusiones. Viajamos para poder tener esa sensación de libertad de cuando no tienes que darle cuentas a nadie. Comemos cuando queremos o podemos y procuramos llegar reventados al hotel.
¿Tienes consejos que compartir con nosotros? ¿O alguna experiencia diferente que nos haga sonreír?
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